Nos hemos acostumbrado a pensar que una persona es pilosa, si sabe mucho, sabe en términos matemáticos y lingüísticos, o si saca buenas notas, o tiene un trabajo en donde gana mucho dinero, y resulta que no. La teoría (que no es nueva), afirma que las inteligencias son múltiples, es decir, que una persona puede ser muy pilosa, así sea mal@ para las matemáticas, porque es muy buena para los deportes, o viceversa, o alguien que sea muy bueno en química, pero muy regular en filosofía, es también inteligente, solo que su habilidad son las ciencias y no las humanidades. Y esto no es solo en el colegio, es en la vida, por ejemplo, si comparamos a una psicóloga, y a un campesino, quizá ella tenga mas experiencia académica, y quizá mas de uno, erróneamente creería que ella pueda ser mas inteligente, pero si la tarea a realizar es cultivar papa, pues la que ignora la practica y la teoría es la psicóloga, (por eso siempre es malo comparar). Entonces, debemos comprender y reconocer que todos somos buenos, solo que no somos buenos para las mismas cosas.
En ese contexto de las inteligencias múltiples, se ha hablado incluso de una inteligencia comunicativa o interpersonal (depende de a quien se lea) y esta se refiere (en palabras sencillas) a la capacidad que los seres humanos tienen de saber relacionarse con el otro, comunicar y expresarse de forma adecuada.
La inteligencia emocional, como se concibe hoy en día, es probablemente una habilidad en la que todos debemos trabajar, porque al final cada uno se especializa en lo que le gusta, pero debemos siempre comunicarnos, todos los días, la cotidianidad de la vida nos hace entablar una comunicación con el otro: para aprender (maestros y compañeros), para satisfacer nuestras necesidades (el taxista, el señor de la tienda o de la papelería) para crecer y ser felices (familia y amigos), es decir, todos, todo el tiempo, estamos constantemente comunicándonos con el otro, sin importar si vamos o no a estudiar, si vivimos en el campo o en la ciudad si somo niños o adultos, entonces, la inteligencia emocional es una tarea de todos, y debe ser cultivada, se genera con la practica y debe entrenarse.
Poco a poco iremos dando herramientas que nos ayuden a comprender mejor el tema y sobre todo a ponerlo en practica, pero de entrada es indispensable reconocer el asunto como importante y darnos cuenta de la necesidad de trabajar individualmente por mejorar el manejo de nuestra emociones, reconocer las de los demás y saber comunicarme según ese reconocimiento.
Repitamos y pensemos a diario:
Yo controlo la emoción, no es la emoción quien me controla.
Yo hablo con amor y con empatìa
Yo respeto y acepto la opinión del otro, y expreso también mi opinión con el mismo respeto que recibí la de mi compañero.
